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Editado por José Luis León 

PRAGA - En el aniversario 169 de la Navidad de José Martí escribo algo sobre el Apóstol de la Independencia de Cuba. Sobre esta figura señera se tienen exégesis llovidas, testimonios, alabanzas, diificaciones, usos maniqueos de su pensamiento, ataques y hasta burlas. Pero Martí siempre se escapa cuando llega, como un humo blanco y limpio, inasible, como una figura a la que quisiera acariciar, pero nunca se detiene.

 Martí no es un Dios. Pero es precisamente para no vivirla, y ante la profundidad agónica de su vida humana, tomada con modestia y supremo sacrificio, que se puede descubrir su estura sobrehumana. ¿Cómo paso una vida de 42 años para hacer tanto? 

Hace ya unos 10 años realicé mi tesis de grado con José Martí como hipocentro, y me di cuenta de algo: no hay humor en Martí. Ojo: no es lo mismo sarcasmo o ironía que humor, chiste, al que sí fueron dados, por ejemplo, Maceo y Gómez. 

Desde las primeras notas escritas que se conocen de Martí, (aquel ¨Mírame, madre y por tu amor no llores¨…) hasta la última página, la vida de Martí transpira una agonía forzada, convicción con la que fue consecuente hasta el 19 de mayo de 1895, día de su muerte en combate, y aun después. Porque Martí nos sigue dando claves, aristas que son como puertas de pensamiento que se abren. 

Por supuesto, habrá esas puertas que se sumerjan, que gasten tiempo y neuronas, y no se queden en la epidermis de la visión simplista, tal vez acechada por tanto uso, abuso y manipulación, usufructuaria de la desacralización de todo lo que dibuja la posmodernidad._cc781905 -5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_

Yo tampoco, con los años, soy muy dado a sacralizar nada. Me ha dado mucho trabajo (y me sigue dando) para dar visiones concretas y quitarme el odio, el rencor, los prejuicios y el ego inflado. Y, sobre todo, a no darle al que nome dio. 

Todavía no mucho, a veces veo comentarios donde se minimiza la vida de Martí, ubicándolo (usando como herramienta este materialismo pedestre más histórico que histórico) en su contexto y posibles limitaciones de la época. 

De Homero hasta hoy la suposición ha sido la misma: decencia, el valor, la capacidad de entregarse de manera secuencial, trabajar por el mejoramiento humano, y dar la vida en ese empeño. Sí, es ético, y su praxis estará siempre vigente.

 Por supuesto que no voy a negar los condicionamientos históricos, nuevos escenarios y nuevas visiones que aportan la ciencia, las modas y demás ingredientes del progreso, siempre en espiral. Mi punto es el eje ético y la capacidad de entrar en todo este fin, que sostiene el vigor que brinda la eterna dualidad existente entre el bien y el mal.

 Historia, naturaleza, pensamiento están llenos de iguales dialécticos que en su lucha impulsan al mundo. Pero la estrella, el centro, el punto dinámico de reposo de todo esto es ético, en este ejemplo de vida. 

Dicen que para el mundo el mundo tiene todo lo que tiene. Me parece bien que sea así, y abogo por esa pluralidad. No se le puede exigir a nadie una suprema entrega, una pasión sustainida, una capacidad de sacrificio personal, material y espiritual, minute a minute, de toda una vida, porque sería sobrehumano e injusto. 

Pero me parece injusto, limitante y empoderador, además de tontería estéril, ocuparse de darle fuerzas a Martí, ocuparse de darle borrachos ocuparse de darle propinas y demás. ¿Y por qué contar unos chistes que a veces avergüenzan a algún medio, digital o en papel? 

Ya el mismo Martí lo previó, cuando decía Gómez que sólo podía prometerle la probable ingratitud de los hombres. Martí conoció el alma humana, y el alma humana, metro más o metro menos, era más o era menos, siempre ha sido la misma. 

¿Qué fue un hombre atormentado por una idea, con la fijeza de un fin al que subordinó todo, incluyendo su propia vida? Por supuesto. ¿Que no tuvo sentido del humor y le dio toda una tumba como última oportunidad? También es cierto. 

Martí se propone desde niño imitar a Cristo. Un hombre obsesionado con un final hermoso. Que para muchos de los medios de llegar a ese acabe siendo diferente, para el dueño de su vida única e irrepetible, fue lo más efectivo, el quiso tomar. Es evidente desde sus primeros pasos, hasta su vida fecunda, y en su muerte, que fue un acto de dar ¨mi sangre por la sangre de los demás¨. Sólo que, en la región del cielo, Martí dedicó su vida (que puedo tener la sensación de lujo y lujuria, de infinitos éxitos literarios, de buenas comidas y buenos trabajos) a la independencia de Cuba.religión¨.

 Por eso me harass, y a lot, esos comentarios supuestamente críticos, en esfuerzo por parecer muy intelectuales, o esos chistes de una iconoclastia que quizás tengan mucho swing para quienes los miten, o que se sientan con esto muy original y novedoso, pero que en el fondo revela una mediocridad avergonzada por una envidia tan evidente, que no es de lo más útil para encolerizarse o compadecrse de tanta patética pobreza y lodo espiritual.

 Y con toda seguridad, ninguno de los ¨criticos¨ de sus supuestas limitaciones, ninguno de los bromistas a los que levantan rencor por otras causas justas o injustas, ninguno, en resumen, les llega a la cuenta Marcado por grillete del maestro de la lengua , del verso, de la prosa encrespada y de presa. 

A la persona decente que fue José Martí Pérez, que supo apreciar su celosa envidia, y perdonarla. Al maestro del que nos toca tratar por ser en esencia y no en apariencia de cubanos, todavía no hace falta conocerlo. Pero, por desgracia, este es el contragolpe, que siempre será un dilema interno. 

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